14 de enero de 2008

Alamedas y psicotrópicos


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Hay un frío,
un viento,
una locura concedida,
la tierra ha puesto nombre a mis manos
dejando que tus palabras me surquen,
como equilibrista al borde del hilo
escucho mi temblor de adolescencia mal construida,

hay gente que nació sin nombre
y le pusieron la estaca
en un corazón de niño adormecido,


gente que caminamos soñando verdades,
calculando lagos en los que pudimos ser felices,
calles que siempre se llamarían
unas aire, las otras nunca,

gente que balancea el cuerpo sin retorno
al par de miedos, fuegos, lagunas blanquiazules.

Hay ojos que son ciegos viéndolo todo,
luego existen ojos que ven todo y acaban cegándose.
...


Cuadro de los árboles del genial Friedensreich Hundertwaser