4 de mayo de 2008

Cómo se pierden las cosas. Sólo eso.


El que no considera lo que tiene como la riqueza más grande, es desdichado, aunque sea dueño del mundo.
Epicuro.


El sol sobre la cara, saber que no tengo nada más que lo que llevo en mi mochila,
pensar una y otra vez que hay tantas manos, tantas calllejuelas que no he conocido, un mar es a cada minuto diferente y sigue llamándose mar, yo soy cada minuto yo y soy a la vez otra cosa diferente y otra cosa diferente, mutaciones de la realidad en forma de pelo más lacio o labios cortados...Soy un misterio del universo, soy el misterio más grande de mi universo, soy yo el universo, soy el centro del universo, que es sólo mío, Mi universo...Pero cuando le dije al médico que yo era el centro de todo lo existente y que giraban las galaxias y los tiempos y los mundos alrededor de mí, porque hay varios, miles de mundos...
Cuando le dije que sentí de noche como entraba en la cinta de Moebius y que me deslizaba por ella, comprendiendo lo que era entrar en el infinito...

y en unos pocos minutos, porque no me dejó más, el médico, le expliqué que me sentía feliz sólo con lo que llevaba en la mochila, y que había tirado todo la ropa que tenía y mis pertenencias varias para ser libre de pertenecer a ellas...

me miró, me miraba con sus ojos impasibles y no se maravillava al escuchar mi maravillada excitación de comprender que no existe la muerte y que el TODO nos permite ya seguir existiendo para siempre, EL TIEMPO ES EL TODO, YA SOMOS ETERNOS, NO MORIMOS, ES UNA ILUSIóN...

Me miraba tranquilo y miraba su reloj contabilizando su hora de visita...El tiempo que me quedaba, un TIEMPO DE VISITA que para él estaba lejos de MI TIEMPO INFINITO...En la sala esperaba más gente...

en el psiquiátrico las visitas son cada dos días más o menos...

Mi mochila se la habían quedado los enfermeros de urgencias porque las pertenencias se guardan en unos armarios con llave...

En mi mochila llevaba un librito con pinturas de William BLake, les dije a los enfermeros que me dejarán tenerlo en la habitación porque BLake entendió cosas que ellos no entendían y tenía que dormir yo con el libro debajo de mi almohada para soñar, los dos enfermeros me miraron con cara de no amigos y me dijeron que me durmiera que mañana ya me darían el libro...

yo me puse a llorar, a gritar...

me ataron, me pincharon...

mi libro de BLake estaba lejos...

me dormí por efecto de Haloperidol...

esa noche no soñé.

Mi libro de BlAke no lo recuperé nunca, es curioso como se pierden las cosa en los psiquiátricos,

siempre se pierde algo en un psiquiátrico,siempre perdemos algo allí dentro.

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El infierno de Dante de William Blake