16 de octubre de 2008

Soy tu princesa


David Campos:
[Después de largo y tendido]

Después de largo y tendido, de largo,
he vislumbrado..., inteligente,
que hablas y te escucho.

Hablas resueltemente de lo preciso,
o de lo más subjetivo,
y te brillan los ojos, se humedecen tus labios,
y yo pienso en movimiento circular relajado.

Parezco ausente, perdido,
y cuando respondo es demasiado tarde,
demasiado,
pero siempre te estoy escuchando de alguna manera.

Hablas con esa voz surgida de un tropel de manzanas verdes
digeridas en el metro de lo aparentemente irreal y confuso,
y yo lamento agua,
y yo pienso abismo,
y yo salto pozo profundo.

A veces suspiras
y parece que el día acontezca extraño y misterioso
estirando su nostalgia de calma generosamente hacia cualquiera,
y miras con ojos de niña solitaria
perdida en el laberinto de lo trivialmente mundano
o gritas con la mirada al destino más incierto.

Hablas de piedras, de música,
hablas de ir eternamente pero nunca llegar
o hablas deprisa de todo lo relativo.

Un gesto tuyo es suficiente para desconcertarme
y hacerme temblar
pero yo pregunto, memorizo.

No quiero llegar, no quiero asustarte,
solo miro, solo escucho,
solo nada...

Y sonríes, sí, sonríes,
y el mundo se me aparece estático,
absurdo e inconsistente,
ajeno a nuestra efímera felicidad,
y me deleito indefinidamente,
y no sufro, sonrío también.

Hablas de baile azul, de fiesta roja,
de gente que juega a la orilla de un río virgen,
y no recuerdo el libro que tengo en la cabecera de la cama
de aquel autor que se suicidó, no recuerdo.

Aunque a veces también hablas de dolor, de cárceles oscuras, de psquiátricos,
yo me pregunto si el dolor es acumulable o eliminatorio
y pienso,
y frío,
y la más de las terribles dudas me aslta
y me hace sentir inseguro después de volver a mí mismo.

Dices que parezco triste
o que tengo la voz ronca.

Otras veces lo peor, lo peor de todo,
te despides cordialmente y nunca sé cuando te volveré a ver.
Pero me parece bien, me parece suficiente,
justo, apropiado.
Quedo en vilo pensativo
sin exigir nada a sabiendas de mi usual inutilidad.
En pañales.

Después de largo y tendido.